El procedimiento de gunitar debe considerarse como sencillo. Una vez completada la excavación del terreno y montada la armadura metálica, afirmada a su vez por las juntas con alambre, dará comienzo la tarea del gunitado. Un operario se encargará de dirigir el chorro del hormigón proyectado para ir creando primero la solera y, posteriormente, las estructuras verticales.

Para trabajar mejor, el operario se sitúa dentro del vaso y, manejando la boquilla del equipo para que salga la mezcla a gran presión, apuntará directamente sobre el entramado de la malla, para cubrirla.

El hormigón proyectado se aplica en capas sucesivas, de un mínimo de 3 cm y un máximo de 15 cm por cada una de ellas, aunque por lo general suele adoptarse un grosor intermedio, entre 6 y 7 cm. Cuando el equipo que se ha encargado de proyectar el hormigón termina su trabajo, otros operarios se encargarán de alisar la superficie obtenida, limpiando las salidas de las tuberías y rellenando las pequeñas hendiduras que pudieran existir. A los cinco días pueden colocarse las impostas y los revestimientos de mosaicos, gresite u otros . Al cabo de medio mes, poco más o menos , la piscina puede ser ya utilizada.

La resistencia de este material es una consecuencia de su sistema de puesta  en obra. En efecto, la velocidad con que el hormigón es lanzado contra las superficies del soporte, le proporciona una gran compacidad y una perfecta adherencia, con el empleo de un mínimo de agua. Esta relación agua-cemento es tan pequeña que, por ello, se pueden alcanzar resistencias superiores al hormigón clasico, asimismo las condiciones de impermeabilidad que se obtengan serán igualmente superiores. Este hormigón, al ser proyectado a una presión tan elevada, sufre un vibrado extraordinario, lo cual elimina la posibilidad de formación de bolsas de aire, coqueras, etc.

Se recomienda dejar la colocación del revestimiento  hasta el momento de terminar las obras de la vivienda para evitar roturas o desperfectos ocasionados por la no utilización inmediata de la piscina.